Desmitificando mitos

Una de mis películas preferidas en todo el mundo es Dirty Dancing.  La ví tantas pero tantas veces que ya me sé el libreto de memoria. Por esta película empecé a bailar.  Siempre soñé con que apareciera en mi vida un Patrick Swayze, con pantalón de vestir y camisa negra, que diga “Nadie pone a Sol en un rincón”. Bueno, delirios de una eterna adolescente enamorada del amor, no me carguen.

El tema es que en esa película hay una escena donde se da el siguiente diálogo:

El: Sí la gente me desprecia es porque soy un Don Nadie.

Ella: Eso no es cierto! Tú lo eres todo.

El: No tienes ni idea de lo que dices. Pensar que el mes pasado sobreviví a base de pastillas y este mes las mujeres me llenan los bolsillos de diamantes. Me mantengo en la cuerda floja y en cualquier momento volveré a caer.

Ella: No, no es así. No tiene por qué ser así.

El: Jamás he conocido a nadie como tú.  Tú miras al mundo y crees que puedes mejorarlo. Se pierde alguien y tú lo encuentras. Alguien se desangra y tú…

Ella: Sí, voy a buscar a mi padre.  Fui muy valiente, como tú dijiste.

El: Hay que tener muchas agallas para avisarle. Creo que no te asusta nada.

Ella: ¿A mi? A mi me da miedo todo.  Me da miedo lo que vi, me da miedo lo que hice, quién soy, y especialmente tengo miedo de salir de este cuarto y no volver a sentir en toda mi vida lo que siento estando contigo.

(Cambia la canción, ella se para y le dice “Vamos a bailar”)

Ayyyyyyyyyy Diossssssss!!!!!!!! Bueno, nada, es mi película preferida y ese señor (que en paz descanse) ha despertado muchas de mis primeras fantasías.  Ya sé, la traducción en gallego es genial, ni me lo digan!

La cosa es que ¿Cuántas veces creemos que el otro es algo que en realidad no es?, ¿Cuántas veces miramos al otro y creemos que es inalcanzable, que lo tiene todo, que no necesita nada?, ¿Cuántas veces pensamos “Qué le puedo ofrecer yo a ese tipo o a esta mina”?, ¿cuántas veces nos equivocamos de cabo a rabo?

Todos necesitamos algo de alguien, siempre. Pero ese algo que necesitamos suele ser lo que más ocultamos, porque ese algo que necesitamos con todo nuestro corazón y no tenemos, es lo que nos hace vulnerables y nadie quiere mostrarse vulnerable.  Genera miedo, inseguridad, terror.  Sí alguien supiera qué es eso que nos hace vulnerables podría jugar con nosotros con como hace un grande con un chico al sacarle el chupete, mostrárselo, ponérselo ahí, a 5 centímetros del alcance de su mano y no permitir que lo agarre.  ¡¡Es una sensación horrenda!!

Hay quienes somos seguros e independiente, tenemos un trabajo, estudios, un auto, una casa, llegamos cómodos a fin de mes, pero necesitamos con desesperación que alguien nos diga “te quiero”, “que linda que estás!”.

Hay quienes no son tan seguros ni independientes y necesitan con desesperación que alguien les diga “Dalé! Vos podés!”

Hay quienes necesitan sentirse útiles y con desesperación necesitan tener a alguien a quien cuidar y aconsejar. 

Hay quienes son muy inseguros y necesitan con desesperación que alguien les diga qué tienen que hacer.

Hay miles de ejemplos ocultos en cada uno de nosotros.  Nadie es perfecto ni inalcanzable.  Estamos todos llenos de vacíos e imperfecciones que nos aterrorizan y nos hacen vulnerables, y todos tenemos la capacidad de llenar ese vacío de alguien. Solo hay que aprender a mirar un poquito más allá para descubrir cuál ese agujero negro en el corazón del que tenemos en frente y como todos, inconscientemente, nos juntamos con quienes pueden llenar ese vacío, vamos a tener algo para ofrecerle.  No te olvides.