¿Dónde se metieron?

A ver, levántenme la mano quien NO escuchó nunca a amigos, o dijo personalmente, frases como: “lo que pasa es que no hay hombres” anque su variante “lo que pasa es que no hay mujeres”. ¿Ninguno? No puede ser! Estamos jodidos, che!!

Tengo una teoría al respecto: (voy a hablar como nena, pero sirve tanto para nenes como para nenas mi teoría. Adáptela según sus gustos y no joda) Para mi el problema no es que no haya hombres, sino que solemos buscarlos en los lugares equivocados.

Es obvio que si un ser tan antisociable y que aborrece con todo su ser a los caretas, como yo, pretende encontrar al amor de su vida en un topísimo after office de Palermo, sin lugar a dudas no lo va a encontrar y va a salir de ahí penando que no hay hombres, que los pocos que hay son todos uno boludos y que no vale la pena salir nunca más en la vida. Que ninguno de esos idiotas puede llegar a ser más interesante que un buen libro o una buena película y un rico vino, y que tengo que asumir que me voy a quedar sola para siempre, así que mejor que me ponga a laburar y a hacer plata así cuando sea una vieja chota pero con guita, me puedo conseguir algún muchachito que entre en la categoría Osde Neo para que me brinde un poco de placer. (Sí, he llegado a pensar esas cosas, eviten los comentarios al respecto)

Peeeeroooooo, si en vez de ir a un topísimo after office de Palermo fuera, no sé, a ver una obra de teatro o a algún show copado al Konex que pudiera ver en el patio mientras me tomo una cervecita y me fumo un pucho, si en ese momento apareciera un muchacho y me preguntara la hora aunque sea, seguro que ese flaco me va a caer re bien.

Dejemos las modas boludas de lado, las calzas floreadas no le quedan bien a todo el mundo, aunque sean el boom del momento. Aceptemos lo que somos y si tenemos ganas de salir de cacería, salgamos, pero busquemos por algún lugar que tenga que ver con nosotros, con lo que somos, con lo que nos gusta, sino es una especie de autoboicot que para lo único que sirve es para poder seguir quejándonos tranquilos de que no hay hombres ni mujeres, en nuestra ya conocida y segura soledad.