Golpe bajo.

Por mucha agua que haya corrido debajo del puente, el puente va a seguir estando siempre ahí, formando parte del paisaje, ese paisaje que no vas a poder cambiar nunca.

Es como una de esas fotos viejas, perdidas en el fondo de algún cajón olvidado, que nunca pudiste tirar pero tampoco nunca más quisiste volver a ver. Pero de repente un día, buscando algo que no encontrás, por mucho que hayas dado vuelta toda la casa, abrís el cajón,  sacas todo lo que hay adentro y te encontrás con la foto. En menos de medio segundo, sin estar preparada, te chocas de geta con tu pasado, con eso que quisiste dejar atrás, con todo eso que no quisiste tener presente nunca más, pero ya es tarde, ahí está.  Podés volver a meter la foto en el fondo del cajón, cerrarlo e irte a buscar por otro lado, pero la sensación que te causó ver esa foto no podés dejarla adentro del cajón.

Es imposible deshacerse del pasado, sólo reconforta un poco pensar que gracias a ese pasado hoy sos lo que sos, con lo malo pero también con lo bueno. Ese puente fue, es y será siempre parte de tu paisaje.