Mi reality show.

Desde el lunes al medio día que se fue mi hermano del departamento, después de ayudarme con la mudanza, lo sentí mi casa, mi lugar. Me sentí cómoda, contenta, tranquila, estar ahí me resulta algo totalmente natural, como si viviera ahí desde que nací.

Vivo en mi casa como en este blog, sin cortinas, con las ventanas abiertas de par en par, todo el día, desde que me levanto hasta que me voy a dormir, o sea que mis vecinos, quienes contrariamente tienen sus persianas cerradas todo el día, si quisieran pueden ver todo lo que hago. No me paseo en bolas por la casa, pero me pueden ver cocinando, comiendo, leyendo, mirando películas, escuchando música, bailando sola o tomando mate con amigas.  Si quisieran podrían hacerse un reality show con mí vida, con mí día a día, como hacen muchos de Uds.

Muchas veces escribo acá sin pensar que alguien va a leer lo que escribo, cuento mi vida, mí día a día, como vivo en mi casa, porque no creo que a nadie le interese, porque no creo que nadie se fije.  Me cuesta creer que haya gente que pierda tiempo de su vida leyendo las huevadas que puedo escribir acá o mirando por la ventana para ver qué hago.  Pero de hecho los hay.  Hay gente que, aunque yo no repare en ellos, deben mirar por la ventana para espiar qué hago, como yo pierdo tiempo de mi vida leyendo sus blogs o mirando hacia otras ventanas. Es raro, es extraño, pero es así, y vivo así y me gusta, porque estoy en mi casa como en este blog: tranquila. Por fin conseguí eso que tanto quería, estar tranquila y lo estoy porque no tengo nada que ocultar, así que no me molesta que me vean, que me lean, que sepan de mí, aunque creo que fundamentalmente es así, porque yo no los veo.